Cuando terminó la Guerra Civil Española, como suele pasar después una guerra, España quedó destrozada.
Las personas que sobrevivieron y que eran de ideas de izquierdas, se vieron obligados a marcharse al exilio, otros se pasaron al bando nacional, los demás fueron encarcelados.
En mi casa, nunca se ha hablado demasiado de la Guerra, aunque a mi padre le tocó participar, pues en 1939 siendo estudiante de veterinaria en la Facultad de León (como pasó en el resto de las Facultades de España) se suspendieron las clases para ir a luchar al frente. Mi padre estuvo en el bando nacional, con el puesto de Brigada de Intendencia, ya que estaba en el tercer curso de la carrera.
Estuvo destinado en el Norte de León y parte de Galicia. En una ocasión nos contó que enfermó y los de su compañía lo dejaron atrás cuando fueron trasladados a otro lugar. Gracias a su enfermedad, cómo se suele decir en ocasiones ¡volvió a nacer!, ya que al resto de los soldados de su compañía los fusilaron a todos.
En otra ocasión le tocó formar parte de un pelotón de fusilamiento, nos comentó que entre la gente que iban a fusilar había un conocido, un estudiante de magisterio y éste le dijo: ¡Apunta bien Mucientes!
Eso a mi padre no se le debió de olvidar jamás, ya que yo me he enterado de este episodio, cuando mi padre tenía unos 90 años y empezaba a perder la cabeza. En esa etapa de la vida en la que te acuerdas más de lo ocurrido hace muchos años que de lo que has vivido en los últimos años. Esto le ocurrió a mi padre; y así me lo contó, llorando, una de las pocas veces que le he visto llorar fue contándome esta historia.
Me imagino que en el momento del fusilamiento, también sufriría, ya que mi padre, como otros tantos, se vio implicado en una guerra sin comerlo ni beberlo. Les tocó participar y cumplir las órdenes de sus superiores, tanto a los de izquierdas como a los de derechas.
En mi opinión nunca debería producirse una guerra, ya que a lo único que llevan es a la destrucción, al hambre, a sufrir penurias y envidias etc...., sobre todo en el pueblo llano.
Por desgracia también hay gente que, a cuenta de ellas, se hacen ricos por la venta del armamento, estraperlo y demás actividades que están asociadas a una guerra.
En el caso de la Guerra Civil Española, todavía fue peor, ya que lucharon incluso hermanos contra hermanos, solamente por la ideología que tenía cada uno.
Según tengo entendido los que vivieron la Posguerra en España, generalmente lo pasaron bastante mal en cuanto a los alimentos, la falta de muchas cosas, pues a veces aunque tuvieras dinero no había medio de conseguir comida y otros artículos de primera necesidad.
En los pueblos por lo menos tenían: huertas, gallinas, cerdos, vacas, ovejas y podían subsistir mejor que en las ciudades. En las ciudades, por lo visto contaban con unas cartillas que las llamaban de racionamiento, con ellas les daban ciertos alimentos al día, por lo menos pan, harina, azúcar, leche, cosas imprescindibles para comer y sobrevivir a duras penas.
También he oído a personas que vivieron esta época que dicen que en sus casas eso de comer un huevo para cada uno era un lujo, que lo normal era compartir uno para todos, aunque nos parezca increíble en la sociedad de consumo, en la que vivimos ahora. Algunas abuelas recuerdan estos años y guardan los alimentos como si fuesen un tesoro, me imagino que lo pasaron tal mal en aquellos años, que el hambre y la necesidad las marcaron para toda su vida.
No me extraña que en esta crisis los que mejor están sean los hijos de la Posguerra, que con poco dinero se manejan e incluso ayudan a sus hijos.
En cuanto a los ideales políticos yo he dejado de creer en ellos, ya que ahora mismo en España estamos rodeados de ladrones de guante blanco, entre ellos están nuestros dirigentes y los contrincantes, que sólo les interesa el dinero para sus amigos y para sí mismos, sin importar las condiciones en las que esté la gente de a pié.
ANA MARÍA MUCIENTES
TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA CREATIVA
Muy bueno.
ResponderEliminar¿podrías buscar una imagen para publicar este relato en la revista?
Saludos, Javier