viernes, 14 de junio de 2013

LA ÚLTIMA ANJANA-Aia


Aia empezaba a pensar que quizás la historia del Trenti pudiera ser cierta, que todo lo que había contado no fuese fruto de un engaño nada mas.
Poco a poco fueron adentrándose en la cueva, y a cada paso que daban oían unos ruidos y gruñidos espeluznantes, empezaron a asustar a Aia ¡ Dios mío! -Pensó- ¡qué peligro nos espera en esta sima!, ¿qué será lo que nos depare el destino?
De repente, de un agujero en la pared de una roca, salió un ser demoníaco, armado con unos colmillos enormes, babeando un liquido viscoso y repugnante .¡ Cuidado! ¡que no te toque esa baba! podría fundirte como el sol funde la nieve - dijo el Trenti.
 
 
Aia retrocedió y se encaminaron por otro sendero aún mas estrecho que el anterior. Del techo y las paredes no cesaban de caer arañas, babosas, ciempiés y toda clase de bichos asquerosos. Llegados a este punto, Aia, pensó que no podría continuar, y el Trenti adivinando sus flaquezas le dijo ¡Recuerda, nunca pienses en volver, o te quedarás para siempre con las brujas!.
Como Aia no podía mas, en su mente empezó a imaginar lo que sería llegar al lugar del cual había hablado el ¨Trenti.
Y se dijo a si misma ¡Quiero lograrlo! Quiero salir de esta oscuridad, no deseo volver con la Guajona y sus brujas, merezco algo mejor, puedo hacerlo, puedo, puedo.......
De repente, de la nada, apareció un gran espejo que ocupaba casi toda la pared de la cueva. Era lo mas hermoso que Aia había visto nunca y, entonces, supo que era el espejo mágico del que le había hablado el Trenti. Se acercó despacio y al ver su reflejo en la luna del espejo fue como si algo se abriese dentro de ella. Empezó a recordar, todo tomando sentido, era de verdad ¡Ella era la reina de las Anjanas!.
No podía creer que al fin había despertado de tan largo sueño. Entonces tomó conciencia de lo que debía hacer y cogiendo al Trenti de la mano, echó a correr hacía la entrada de la cueva donde la lechuza que habían dejado al entrar, huyó despavorida.
Se dirigió hacía el palacio de la Guajona, entró como un rayo en el salón donde acababan de celebrar el aquelarre y dirigiéndose a las brujas, que no salían de su asombro al ver a Aia tan decidida y con una mirada que asustaba, empezó a echarlas agua por encima y como las brujas odiaban lavarse y estar aseadas, empezaron a morir una tras otra. Cuando solo quedaba la Guajona, Aia le dijo: ¡O te vas de aquí para siempre o correrás la misma suerte que tus brujas!.

 



En ese momento, la Guajona se convirtió en lechuza y salió volando por la ventana.
De repente, se acabó la noche, salió el sol y con él, volvieron las cosas a su sitio, los ríos, los prados, las flores, los animales, todo volvió a ser como Aia recordaba.
Al poco tiempo, empezaron a llegar más Anjanas, más Trentis, musgosos, y todo un sinfín de personajes buenos, además de los hombres, mujeres y niños que habían pasado todo ese tiempo en un largo letargo.

Ana Ruíz, Taller de Lectura y Escritura

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