jueves, 13 de junio de 2013

AIA – LA ÚLTIMA ANJANA


Un Trenti, a pesar de ser un ser formado de hojas, musgos y raíces (aunque puede escoger diferentes formas), también es un ser mágico que viaja constantemente, muy deprisa, de aquí para allá, de tanto viajar a veces olvida sus tareas y cometidos.

El Trenti recomendó a Aia a no salir de la cueva, so pena de retornar al reino de la Guajona. Con todo lo que ello conlleva.

Y el Trenti aconsejó a Aia a ver el sol, el mundo, y la vida a traves de un espejo mágico.

 


¿Quizá este invento, fuera un extraño artilugio que en su día, dejó olvidado en dicha cueva un personaje de otro mundo que habitara anteriormente en ella? ¿Quizá fuera una TV de plasma, puestos tan de moda ultimamente?

Aia se acomodó dentro de la cueva, la adecentó, y la recorrió para conocer sus rincones. A continuación se puso a mirar a tráves del espejo mágico, con la lechuza como compañera, esta posada sobre el hombro derecho de Aia. Este sería el principio de una larga relación y una buena e íntima amistad entre las dos moradoras de la cueva.

El espejo mágico les ofrecía paisajes maravillosos de otros lugares presididos por un sol en lo alto; grandes montañas y tupidos bosques con variada vegetación de diferentes tonalidades

del verde;  cordilleras montañosas cubiertas de nieve; mares y océanos de un azul impresionante;  y cielos llenos de nubes sobre un fondo azul, en el que las nubes formaban figuras a veces sugerentes. Tambien veían selvas y ríos en ellas animales que pastaban o bebían en las orillas del rio.

Veían a personas de diferentes aspectos, viviendo en poblaciones cercas a estos ríos y veían transitar y evolucionar a las personas por la vida. Y de como los niños evolucionaban hasta convertirse en personas mayores.

A las dos moradoras de la cueva, estas imágenes que estaban viendo les llenaba de asombro y admiración. Les gustaban lo que estaban viendo. Hasta que, de repente en el espejo mágico, empezaron a aparecer imágenes de hombres enfrentándose a hombres, con todo tipo de armas , hombres ensangrentados, hombres mutilados, hombres muertos tirados en el suelo.

Comenzaron a ver artilugios de cuatro ruedas que expulsaban humo por un extraño tubo, empezaron a ver altas chimeneas que igualmente expulsaban por sus bocas un humo negro sin parar, que transformaban el cielo azul y sus esponjosas nubes, en un cielo sucio, gris y opaco.

Aparecieron en el espejo mágico imagenes de los mares cubiertos de una capa negra, y los ríos de una espuma blanca bastante sospechosa. Había desaparecido el color azul de las aguas que tanta admiración les había causado, devorados por unas espeluznantes llamas que llegaban a impresionar.



Ante estas imágenes tan desoladoras que ofrecía el espejo mágico Aia y Luétiga.- este era el nombre que había elegido Aia para dirigirse a su compañera en la cueva- entrecruzaron las miradas y, tras comunicarse telepáticamente, decidieron interrumpir la visión que les ofrecía el espejo mágico, por ser estas visiones inquietantes, desagradables y muy preocupantes.

Aia arrinconó el espejo mágico en un rincon de la cueva, abandonado como un trasto viejo y sin utilidad.

El tedio y la tristeza se apoderó de la cueva y sus moradoras. Aia se vio invadida por la incertidumbre y por numerosas interrogantes, y dedicaba su tiempo a reflexionar sobre la conveniencia o no de abandonar la cueva, de volver al Reino de la Guajona y acudir a los aquelarres de las brujas narigudas, que después de todo no eran tan aburridos y tenian su parte interesante.

Necesitaba consejo para tomar tan trascendente decisión, y pensó en el Trenti, pero una vez más el Trenti estaba desaparecido y despistado y cuando le preguntaba a Luétiga sobre que decisión tomar esta le respondía con extraños sonidos guturales.

TSG. TALLER DE LECTURA Y ESCRITURA CREATIVA

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