La gata de mi hermano se llamaba Sonia. Le gustaba trepar a los árboles y a las farolas. Un día salió de casa, como
muchas veces hacía. Siempre volvía, pero esa tarde, decidió no volver.
Mi hermano se pasó toda la tarde y parte
de la noche buscando a Sonia, pero no la encontró.
Al día siguiente, bien temprano, llamó
una vecina para darnos una mala noticia. La gata había aparecido muerta entre
el contenedor de basura y la farola que está junto a la venta. La
atrepelló el camión de la basura.
Merce Salmón Huidobro, Taller de Lectura y Escritura Creativa
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